España, tierra de acogida…no de abuso
Desde los tiempos del Imperio romano hasta el siglo XXI, España ha sido tierra de paso, de mezcla, de acogida. Somos hijos del cruce de culturas, nietos de migrantes internos, tataranietos de quienes huyeron del hambre, la guerra o la desesperanza. Aquí llegaron íberos, celtas, cartagineses, romanos, visigodos, judíos, musulmanes, americanos, europeos del Este, latinoamericanos y africanos. Y a todos, con más o menos dificultades, España les abrió los brazos.
Porque somos un país noble. Un país que sabe lo que es el exilio, lo que es buscar trabajo fuera, lo que es empezar de cero. Y que nadie confunda acogida con rendición. Ni solidaridad con abuso.
Lo que está ocurriendo desde hace más de una década es simplemente insostenible.
Reciprocidad. No caridad.
España no es un país racista. Es un país herido, que ve cómo se utiliza la palabra «solidaridad» para justificar el desequilibrio y el «buenismo» como coartada para no decir la verdad.
No se trata de echar a nadie. Se trata de aplicar una regla básica de justicia: tú aportas, tú recibes.
Si trabajas, cotizas y te esfuerzas, eres tan español como cualquiera.
Si cometes un delito, fuera del país. Sin rodeos.
¿Por qué tenemos que mantener en nuestras cárceles a delincuentes extranjeros? ¿Por qué no se les deporta directamente? ¿Por qué el sistema protege más al que rompe las normas que al que las cumple?
Los menores extranjeros no acompañados (MENAs)
Sí, son menores. Sí, necesitan cuidado. Y también deben tener obligaciones.
Casa, comida y educación… de acuerdo.
¿Y por qué no formación en servicios a la comunidad?
¿Por qué no ayudar a cuidar parques, limpiar espacios públicos, colaborar con mayores o en centros sociales?
¿O vamos a seguir alimentando el mensaje de que en España se puede vivir sin dar nada a cambio?
¿Y si ponemos a España en el centro?
Basta ya de mirar hacia otro lado.
Basta ya de tener miedo a decir lo evidente.
España necesita recuperar el sentido común.
Necesita priorizar a quien cumple, a quien trabaja, a quien respeta.
Y dejar de premiar a quien vive del sistema sin devolver ni un euro, ni una hora, ni un gesto.
No es una cuestión de ideología. Es una cuestión de justicia social.
Porque si seguimos regalando el esfuerzo de los trabajadores de este país, lo que acabaremos perdiendo es el país entero.
España te da. Tú lo devuelves. En igualdad de condiciones. O no hay futuro posible.

No responses yet