La clave de un liderazgo equilibrado
Un buen equipo de gobierno no se construye solo con experiencia, ni solo con entusiasmo: se construye con una combinación inteligente de impulsores y referentes. Esta diferencia no es de edad ni de tiempo en el cargo, sino de actitud ante el servicio público y la vocación de transformar.
Si todos los miembros de un equipo político son impulsores, hay energía, hay visión, sin embargo, también se corre el riesgo de caer en la inexperiencia o en el exceso de iniciativa sin dirección. Si todos son referentes, hay sabiduría y estructura, aunque se corre el peligro de caer en la inercia, en la comodidad de aplicar recetas viejas a problemas nuevos.
Los impulsores no son solo quienes se incorporan a la política: son los que aún conservan la ilusión intacta, los que preguntan, los que buscan caminos distintos, los que se atreven. Los referentes no son solo quienes llevan años, sino quienes han aprendido a gestionar con criterio, a leer los tiempos, a construir desde la calma.
Una estrategia política eficaz no elige entre unos u otros: sabe que necesita a ambos. Necesita impulso para avanzar y referencia para sostener. Necesita ideas que rompan moldes y personas que sepan dónde y cuándo aplicarlas. En definitiva, necesita política con alma.
Sin embargo, en muchos gobiernos locales o autonómicos, se cae en el error de desequilibrar: a veces se apuesta todo al motor joven, sin estructura sólida detrás; otras, se confía solo en la trayectoria, perdiendo frescura y empatía. En ambos casos, el resultado es un gobierno que o se acelera sin control o se detiene sin rumbo.
El liderazgo político, como en el empresarial, consiste en identificar talentos con mirada larga y corazón firme. En premiar el compromiso más allá del cargo. En acompañar a los impulsores para que maduren y a los referentes para que sigan aprendiendo. En mezclar ideas nuevas con experiencia viva.
Porque gobernar es, al mismo tiempo, construir y reconstruir. Es mantener la capacidad de soñar, sin perder el sentido de lo real. Y para eso, necesitamos impulsores con referentes, y referentes con alma de impulsores.
Solo así se transforma una administración. Solo así se transforma una ciudad.

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